AL LECTOR:

Narraciones de hechos y acontecimientos recordados por el autor; otras recogidas de la tradición oral y escrita.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Romances y Trovas: Porrúa (III)


Por Genaro Haces Haces. 1993 . Porrúa.

I
El día primero de mayo,
del año noventa y tres
que es fiesta de San Felipe,
la primera del verano.
II
No pretendo ser poeta
ni igular a Celso Amieva
voy a hacer unas estrofas
para alegrar las penas.
III
Siete componen la empresa
de esta famosa excursión,
Pedro José va el primero
como buen conocedor.
IV
Edel y Carmen Romano,
Tonio y Laura también van
con el retoño que tienen
que le pusieron Hernán.
V
El día ameneció nublado
y con trazas de llover,
pero el ánimo es muy grande
y no piensan en ceder.
VI
Arrancaron en dos coches,
con mucho humor y jolgorio,
pues así lo decidieron,
de subir hasta Los Corros.
VII
Ya por la fuente La Peña
empezaron a vociar
como los buenos pastores
cuando ya van a llegar.
VIII
Llegaron a La Venera,
a la cabaña de Tote,
se dicen unos a otros:
¡Qué gusto tuvo este hombre!
IX
Tote les está esperando,
pa comer en la cabaña,
pues había mucha rosada
pa comer en la mayada.
X
Dos pastores que allí andaban
a saber de sus ganados,
ni cortos ni perezosos,
deciden acompañarlos.
XI
Estos pastores que digo,
los debéis de conocer:
uno le llaman Fabián
y, el otro, Lucio Javier.
XII
Subiendo a La Vega el Cobu,
tuvieron un altercáu;
unos, pel Valleyu l'Agua,
y otros que por El Castráu.
XIII
Llegando al Sillón de Arriba
se detienen las rapazas,
pues acaban de subir
una tirada muy larga;
en vez de ser un sillón,
podía ser una butaca.
XIV
Llegaron a Jorticeda
y deciden descansar
para poner allí el nombre
para la posteridad.
XV
Del Cierru hasta Ventaniella
dieron mcuhos resbalones
y lo que más les cabreó,
el no ver Los Resquilones.
XVI
En La Pisada la Mula,
que ya es terreno del Cuera,
allí, los que más corrían,
el Guaje y la Panadera.
XVII
Llegaron al Mumular
y la tarde estaba oscura,
allí el que menos corría,
era Tonio el de la cuba.
XVIII
Llegando ya a Tornallás,
bajando hacia la cabaña,
el Guaje llegó el primero,
porque bajaba a tou trote;
se arrodilló y dijo a la madre:
es más guapa la del Tote.
XIX
Los que no conocían,
quisieron ver el estanque,
pues es una cosa muy buena,
que allí el agua nunca falte.
XX
Saliendo de Tornallás,
de pronto llegó el nublado
y se dicen unos a otros:
ahora estamos fracasados.
XXI
Los tres pastores que iban
al tantu de las rapazas
les dedicaron una estrofa
que no ponen buena cara.
XXII
Carmen y Edel son ligeras
para bailar El Pericote,
pero ya no lo son tanto
para andar por estos montes.
XXIII
Ya cogieron el sendero
pa Los Jogos de Cadora
para llegar a Llapudia
en menos de un cuarto de hora.
XXIV
Llegaron a Llapudia
y empezó una gran porfía;
todos querían mandar,
pero nadie decidía.
XXV
En La Vega de Llapudia,
desde tgiempo inmemorial,
cada cinco años se juntan
los pastores del lugar.
XXVI
Cinco pueblos la componen
esta mancomunidad
para aprovechar El Puerto
y defenderlo de verdad.
XXVII
Dos horas largas llevaban
en aquel peregrinar.
La gente ya va cansada
y con ganas de llegar.
XXVIII
Salieron ya de Llapudia
con más con más pena que gloria,
porque Hernán les decía
se está acabando la bota.
XXIX
Están llegando a la vega
llamada Jou La Espina;
el nublado ya levanta,
parece que les anima.
XXX
Siguiendo por el sedero,
llegaron a Manzaneda
y uno de ellos dijo en alto,
hay que hacer una pará,
pues da gusto descansar
viendo pastar las becerras.
XXXI
En la cima de aquel cueto,
ya con ganas de sentarse,
dijeron los conocedores:
aquélla es la Vega Brañes.
XXXII
Antes de llegar a Brañes
hay un cuetu muy famosu,
por si alguno no lo sabe,
se llama Cuetu Pioyosu.
XXXIII
Ya se ven allá unos prados
y también unas cabañas;
los fresnos están brotando,
allí le llaman La Mata.
XXXIV
A la llegada a Tebrandi
echaron unos cantares,
porque ya se divisaban
los pueblinos de Cabrales.
XXXV
Dieciséis pueblos componen
el concejo de Cabrales,
donde hay muy guapas mozas
y muy serios los chavales.
XXXVI
Algunos ya sospechaban
que les iba engañando,
pues no se divisa Asiego
hasta que no vas llegando.
XXXVII
Por fin llegaron a Asiego,
pueblo de gran hermosura.
Allí ya cantaban todos
nuesgtro himno de Porrúa.
XXXVIII
Qué contentos se pusieron
por llegar a Casa Juan;
allí ya no les importa
lo que vayan a gastar.
XXXIX
Ya olvidaron el cansancio
de tanto caminar;
son rapazas y rapaces
y lo van a festejar.
XL
Ya llegaron los tres coches
que subieron a buscarlos,
pues ya, antes de salir,
es lo que habían concretado.
XLI
Joaquín y Nuria los fueron a acompañar
con Mari Loli y Andrés
y con Tino del SOCAL.
XLII
Allí se despidieron
de la gente de aquel pueblo;
adiós al chigre de Juan,
adiós al pueblín de Asiego.
XLIII
Ya arrancó la comitiva
con ganas de cenar;
si en Canales está lleno,
cenaremos en Soberán.
XLIV
Ya comieron y bebieron
de mucho humor y jarana;
vamos a tomar unas copas
y marcharnos para casa.
XLV
A las doce de la noche
llegaron a La Guiyón
con la ilusión, si está bueno,
volver por San Ramón.
Y aquí se acaba la historia
de esta famosa excursión.
FIN

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Romances, Trovas: Porrúa (II)


Nueva excursión de la gente de Porrúa a Cuera, en 1948, relatada por Armando Romano Sánchez

I
Tiene el pueblo de Porrúa
gente muy aventurera
y aquí tenéis el ejemplu
de una excursión que fue a Cuera.
II
Manuela queda encargada
para subir la bebida,
como anda tan apurada,
en el pueblo se le olvida.
III
La mujer de Serafín
se levanta la primera
y dice a la rapacina:
"anda que vamos a Cuera"
IV
Después de masar la torta
y preparar el arroz,
asoma encima la puerta
y a Su Los Robles da un voz.
V
Tere sal de la cama
más deprisa que volando
como cuando está la madre
en la cocina llamando.
VI
Armando que despertó
y la vio ya levantada,
conmovido preguntó:
¿Adónde vas tan apurada?
VII
No se lo quería decir,
pero si es que te interesa,
voy a subir pel Cabañucu
y bajar por Sal de la Pesa.
VIII
Harta de estar en Jogos
la mujer de Manuel Pérez
vino muy enfurecida
a la cabaña de Tere.
IX
Cándida que la ve,
ni corta ni perezosa,
va a la cabaña y se pone
el vestidín color rosa.
X
Salieron de la cabaña
Manuela y María Selina
y en Su los Robles se juntan
a Cándida y a Lupina.
XI
Tere quedaba en la choza
revolviendo la cuayada
y, al ver marchar las otras,
arranca desesperada.
XII
Quedan las cabañas solas,
no siendo la de Vicenta,
porque allí llega Gabriel
encargáu de hacer la renta.
XIII
Cuando pasan por La Va,
a medio hacer las labores,
invitan para viajar
a la tía Rosa y a Dolores.
XIV
Ellas contestan así:
"Nosotras de buena gana,
pero están Colás y Pío
con muchísima galbana.
XV
Cuando pasan por Los Jogos,
Melina empezó a llorar,
porque su madre la dijo
que se tenía que quedar.
XVI
Ya doblaron a Los Texos
cinco mujeres del Valle,
una era de la Jorcada
y las otras de La Calle.
XVII
Otra que las acompañaba
era del barrio Sorvilla
que quedaba en la cabaña
llorando a la su Chiquilla.
XVIII
Con ellas va Belarmino,
pero este no es criticado,
que siguiendo su camino,
va a recoger el ganado.
XIX
Pasando por Calicantu
invitaron a María
y ellas les dijo que no,
porque ya lo conocía.
XX
Al pasar por Cotariellu,
invitaron a Constantina
que si quería venir,
con ellos, a ver la mina.
XXI
Tiene que estar con el toru,
por si acaso vienen vacas
y, además de todo eso,
tiene que sacar patatas.
XXII
Cuando pasan por Las Pipas
dijo Celesto Sobrino:
"en excursiones bonitas
no debe faltar el vino"
XXIII
Milio, el del Pozu Manxón,
muy entroncáu en La Peña,
vio pasar a la excursión;
creyó que iban a Carreña.
XXIV
Cuando van atravesando
por onde La Llosa Vieya,
vieron en La Vega el Cobu
a Manuel de La Caleya.
XXV
Por apurarse a correr,
subiendo La Cruceyada,
Selina dice a su madre
que se siente muy cansada.
XXVI
Acompañando a Selina
va el hijo de Manuel Pérez
que, a pesar de ser muy joven,
ya le gustan las mujeres.
XXVII
Ramón, el hijo del Vivo
que los vio de Najarón,
echa el trabajo en olvido
y se va con la excursión.
XXVIII
Llegan a La Vega el Cobu,
se aumenta la comitiva,
porque estaban esperando
cinco de casa de Oliva.
XXIX
Estaban Pedro y Alfonso,
Bibi, Maruja y Juanito;
dejaron al padre solo,
¡vaya cuadro más bonito!
XXX
Por El Valleyu de Nansa
suben las de la Texuca,
tres elocuentes muchachas:
Dori, Cosuelo y Maruca.
XXXI
Dori va la delantera
para pescar la cuadrilla,
va más contenta pa Cuera
que si fuera pa la Villa.
XXXII
Para refrescar un poco
se metieron en la cueva
y, en esto, vieron venir
las hijas de Pepe Amieva.
XXXIII
Con ellas vienen también
dos mozos de Los Cumbriales
con unos grandes anteojos
para mirar a Cabrales.
XXXIV
Iba Antonio el de Juanito
con mucha capacidad;
dio a Nievas las alpargatas
para más comodidad.
XXXV
Y por último llegaron
sudando a gota llena
para unirse a la excursión
Covadonga y Magdalena.
XXXVI
Después de cebar el toru,
como quien no quier la cosa,
llega muy afatigáu
Marcos el de La Juiciosa.

XXXVII
Felisa la de Joaquín,
que de eso no sabe nada,
la encuentran cuando subían
tropando muy apurada.
XXXVIII
Buena tentación le dio
de abandonar la pradera,
prenderle fuegu al jelechu
y dise con los del Cuera.
XXXIX
Cuando ya está preparada
para marchar la excursión
no llegaron a un acuerdo
y forman un gran follón.
XL
Todos quieren ir por Medas,
pero el de La Caleya
arranca por Jorticeda
como llobu tras la oveya.
XLI
La gente queda pasmada
cuando se marcha Manuel,
por no deshacer el grupo
todos se fueron con él.
XLII
Toman El Valleyu el Agua
y Alfonso, muy picaruelo,
les iba echando el anteojo
a las piernas de Consuelo.
XLIII
Se despiden de Manolo,
el vecino de Barriales,
que por andar al jelechu
no pude ver a Cabrales.
XLIV
De La Boca las Traviesas
vieron otra caravana;
se van acercando a ella
y, era gente caldueñana.
XLV
Llegaron a Jorticeda
y saludan a esa gente;
como cosa de costumbre,
van a beber a la fuente.
XLVI
Se cruzan varias palabras
como gente conocida
y, entonces, las excursiones
a una queda reducida.
XLVII
Pasaremos a la historia,
para que cojan honores,
ocho personas de Villa
y una chica de Debodes.
XLVIII
Cinco de casa de Gómez:
Pepe, el padre, y Marcelina,
Matilde, con una bota
y, la comida, Delfina.
XLIX
Esther y Carmina Coro
también van en la cuadrilla
con Piedad la de Benigno
y otra vecina de Villa.
L
Toman El Sillón de Arriba
con mucha tranquilidad
y Manuel de la Caleya
se puso junto a Piedad.
LI
En El Picu divisaron
un paisano de zurrón
y por eso conocieron
que no era de la excursión.
LII
Lu empezaron a chanrriar
y les tiró un morrillazu.
¡Vaya modu de chillar
que tuvieron los de abaju!
LIII
Y por fin se decidieron
como gente de quimera
y era Julio el de Sofía
que iba con cabras pa Cuera.
LIV
La Piedra la Señorita
ninguna la saludó,
ninguna lleva su nombre,
todas entienden por "SO".
LV
Marcos se les escapó
movilizando la tropa;
fue el primero que llegó
a ver los Picos de Europa.
LVI
Después de un corto descanso
en la Cruz de Ventaniella,
se puso en camino Marcos
y va como una centella.
LVII
En la pisada La Mula
por seguir a Magdalena,
a Nieves la de Los Cumbriales
se le encaballó una vena.
LVIII
En el Colláu Mumular
las pasaron del demonio,
porque creían ver al llobu
y resultó Pedro Antonio.
LIX
Llegaron a Tornallás
los de Porrúa y Caldueñu
y encontraron a La Vega
como una casa sin dueñu.
LX
Cuando cruzaron La Vega
se quedaron admirados
de una pelea de carneros
que estaban muy enfaenaos.
LXI
Viendo que los animales
detienen mucho a la gente,
se cansaron de mirarlos
y siguen hacia la fuente.
LXII
Después de quitar la sed
echaron una tonada
y se ponen en camino
en dirección a Haba.
LXIII
Dejaron a Tornallás,
la mayor vega del puertu,
y hasta El Colláu Periquillo
todo lo hallaron desierto.
LXIV
Allí pegan una voz
todos juntos en unión
y siguen hacia La Vega
formando gran procesión.
LXV
Llegando a La Vega de Haba
de mucho amor y campaña
de pronto ven a Sarita
mirarlos de la cabaña.
LXVI
Tere, Nieves y Maruja
la fueron a saludar
y enseguida los rancheros
tocaron para formar.
LXVII
Y como en toda La Vega
ya no encuentran más que ver,
a la sombra de un paré
se pusieron a comer.
LXVIII
Cuando acaban de comer
en aquella extensa mesa,
quedaron muy satisfechos
de lo que a nadie interesa.
LXIX
Cogen el camín del Cantu
y al dejar La Vega de Haba,
Piedad dirige a Manuel
una angélica mirada.
LXX
A la mitad del caminu
todos se cubren de miedu
por la negra obscuridad
que produce aquel jaedu.
LXXI
Allí nadie se detiene,
toda la gente camina,
y a lo lejos divisaron
una galería de mina.
LXXII
Cuando llegaron al Cantu
creyeron ver un rebecu
y era Vicente el de Rita
reblagáu en un piñuecu.
LXXIII
Se metieron en la mina
porque no había capataz
y les vino reclamando
este ignorante rapaz.
LXXIV
Ninguno quiso escuchar
a este imbécil de Vicente
que a lo lejos fue a insultar
de una manera indecente.
LXXV
Alfonso, muy atrevido,
se subió a la vagoneta;
le dieron un empujón
y se fue a la puñeta.
LXXVI
Por hacerse el valiente
vaya susto que llevó
cayendo por un valleyu,
desencajado quedó.
LXXVII
La caída fue con suerte
no llevando el menor golpe
y entonces marcha la gente
corriendo a todo galope.
LXXVIII
Ya se despiden del Cantu
dejando atrás la mina
y aquel rebecu llanudo
y a la madre de Fermina.
LXXIX
Esta era Soledad
que allí estaba con Vicente,
no se portó como él
que fue mucho más decente.
LXXX
Cruzando la cordillera,
pasaron a La Cerrosa
y en El Picu la Lluvinca
estaban Joaquín y Rosa.
LXXXI
En este mismo lugar
disminuye la excursión,
porque la gente de Villa
se marcha pa San Ramón.
LXXXII
Manuel se marcha con ellos
de bastante buena gana
que pueden llegar a ser
los vecinos de mañana,
LXXXIII
Quedaron los de Porrúa,
pero Alfonso el de Gabriel
marcha con los de Caldueñu
al ver que se va Manuel.
LXXXIV
Bajaron rápidamente
La Cuesta de San Martín
y se perdieron de vista
junto a Los Praos de Pachín.
LXXXV
Entonces los de Porrúa,
pasando las Humielgas,
llegaron al Abeduliu
a ver aquellas bodegas.
LXXXVI
Ante la casa de Ángel
reciben una impresión
y se quedan admirados
todos los de la excursión.
LXXXVII
Como el sol ya no molesta
toda la gente se anima;
dejan atrás el caminu
para ir a Jogulespina.
LXXXVIII
Llegando a dicho lugar
esta excursión porruana
no les quisieron dar agua
ni Covadonga ni Juana.
LXXXIX
Covadonga contestó
que allí no tienen taberna;
al que tenga mucha sed
puede beber en la duerna.
XC
Están solas en La Vega
cada cual en su cabaña,
eso de negar el agua
es de gente muy tacaña.
XCI
Los últimos que llegaron
ya les sacó del apuru,
que además de darles agua
les dio un piescu bien maduru.
XCII
Esta mujer obró mal
por no ponernos iguales
muchos vienen mal contentos
de la gente de Cabrales.
XCIII
Salen de Jogulespina
caminu de la tierruca
y se ponen a bailar
en Peyos de La Texuca.
XCIV
Cuando van atravesando
El Valle de Bujarrera,
muchos hacen juramento
de no volver más al Cuera.
XCV
Como palomas perdidas,
llegaron al Cabañucu
y les dio mucha alegría,
porque ya se ve El Mazucu.
XCVI
Se presentaron en Medas
donde ven una cabaña,
a Concha frente a la cueva
y a Manuel venir de argaña.
XCVII
La nube les anunció
que muy pronto llovería
y como flechas se lanzan
corriendo el que más podía.
XCVIII
Llegando a La Vega El Cobu
los coge un gran chaparrón
y, sin hacer despedida,
se deshizo la excursión.

Versos tomados de unos apuntes que me proporcionó Víctor Tamés, vecino de Porrúa.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Romances, Trovas: Porrúa(I)


"EXCURSIÓN A CUERA", 1934

por Manuel Romano Haces. Nolón.

I
Son las seis de la mañana,
mucho la gente madruga
y en alegre caravana
plan, planito, hala que hala,
la emprenden por La Mazuga.
II
Es hombre conocedor
el capitán que los guía
y nadie siente temor,
ni se arredra del calor
en tan venturoso día.
III
Todos siguen a Ramón
sin miedo a romper la crisma
que, si Pelayo volviera,
con esa tropa venciera
a la fullera morisma.
IV
Son dueños de la palabra
Victorín y el gran Quinito,
sin llegarse a comprender,
no es posible, qué va ser,
en medio de tanto grito.
V
Aunque está justificada
la una y otra porfía
sin importarles un bledo,
porque Gabriel ni Alfredo
dicen esta boca es mía.
VI
Como gamos perseguidos
dejan atrás La Mañanga
por el sol algo aturdidos
y se miran afligidos
al ver tan lejos Peñablanca.
VII
Con semblante acogedor,
descienden al valle todos,
como si nadie los viera,
pasan por Collau Rubiera
y antes la Prida y los Corros.
VIII
En La Concha de la Cueva,
al mirar para El Travieso
y verlo tan empinado,
se queda alguno perplejo,
mas pronto está reanimado.
IX
Ramón les dice los nombres
del camino que va a Cuera
y ya Juanón y Quinito
cerraron del todo el pico
sin llegar a Jorticeda.
X
Aquí saciaron la sed
en esta fuente bendita
que Dios puso en la vereda
entre xetos de tomillo
y albahacas de pradera.
XI
Ya están sobre los picachos
de la alta cordillera,
y Sebas da un "viva España"
que percute en La Cabaña
de La Cruz de Ventaniella.
XII
Asoman a Tornallás
y Juan lanza un bozinazo
de aquella altura roqueña
que se escucha hasta en Carreña,
estremeciendo el espacio.
XIII
Recibidos en la Vega
por su canciller Tamés,
les preguntó por Rioja:
tenía una pata coja
y se quedó en Llagapiés.
XIV
Desde la abrupta Lluvinca
contemplan un panorama
de una belleza inefable
viendo Cabrales, un valle
que goza de justa fama.
XV
Frente a ellos está el Naranjo,
soberbio y piramidal,
donde algún desventurado
dejó la vida de lado,
por hacer lo que Pidal.
XVI
Por La Cerrosa, hasta El Cantu
y, a la orilla de una fuente,
mitigaron la carpanta,
sobre la braña por manta
y dando diente con diente.
XVII
Sorprendidos se quedaron
en el pico de Turbina,
el más alto que hay en Cuera,
contemplando la marina
desde Colombres a Nueva.
XVIII
Nacho lanza un "ijujú"
Como mozo en Noche Buena,
comparando aquellos riscos
a los que encuentra mellizos
de las montañas de Luena.
XIX
Ahora Juan canta:
"La Pica de Piedra Llacia
es la más alta de Cuera
y yo digo que Turbina
ventaja alguna le lleva"
XX
Todos vieron con espanto
cómo el Alcaldín, al vuelo,
haciendo muy raros trucos,
se trepaba a los hayucos
y Sebastián desde el suelo.
XXI
Con grandes dificultades
descendieron con valor
dandos sendos trompicones
y sietando los calzones
por la parte posterior.
XXII
En La Canal de las Torres,
pasaron las de Caín,
a lo que nadie era ajeno,
porque se le cansó un remo
al valeroso Alcaldín.
XXIII
Un descanso y se reponen,
por razones ilusorias,
y rendidos, cien por cien,
van caminando al vaivén,
al salir de Las Berodias.
XXIV
Por El Texedu, de noche,
pasamos por La Pereda
cabizbajos y maltrechos,
pero siempre satisfechos
de aquella excursión a Cuera.

FIN

Versos tomados de unos apuntes que me proporcionó Víctor Tamés, vecino de Porrúa.


lunes, 10 de septiembre de 2012

LA BAJADA DE LA GUÍA

El mes de septiembre cierra con broche de oro el período folixeru llaniscu con las fiestas de Nuestra Señora Virgen de Guía.
Es momento de regresar a los lugares de residencia, de quienes volvieron un año más a su tierra de origen o a la de sus padres. Es como un alto en el camino que se debe continuar, con la esperanza del regreso en el año venidero.
En este mes puede decirse que existe un turismo religioso, sin frivolizar, porque noto, tanto en “La Bajada” como para “La Subida”, que a la gente nos mueve algo más que lo puramente folixeru. Quien viene por estas fechas a Llanes, busca algo más que la arena de nuestras playas.
No obstante el boato con que se engalana a la imagen de La Guía, fue y es la imagen más venerada de las gentes más humildes de la villa, los marineros, y por la de los pueblos de la periferia, salvo unas excepciones. Esta diferente devoción religiosa entre los llaniscos, fue antaño más radical que lo es hogaño. Era, si se examina fríamente, una forma solapada de ejercer el derecho a manifestarse en lo que se podía, ya que dentro de la esfera política, no cabía discusión alguna.
Es en la noche del día 7 de septiembre cuando tiene lugar “La Bajada de la Guía”, por el trayecto que hay desde el sitio donde se levanta la capilla hasta la Basílica, acompañada en procesión silenciosa, lenta, solemne y portada por los cofrades. Abren camino los farolillos, estandartes y arcas de los Misterios, que portan los más jóvenes, con rostros hieráticos, de traje y corbata y guantes blancos. Siempre me produjo la impresión de asistir a un paso tardío de Semana Santa, un tanto triste, por el silencio de la gente que desfila y de los que esperamos a un lado de la calle, y por el movimiento de los pábilos de las velas. Desde donde me sitúo todos los años a esperarla, junto a la “Casa Contró”, puedo ver el tramo último de la bajada y otro en llano hasta la entrada en el puente. Los murmullos de la gente agolpada en las aceras que habla y comenta se extinguen como una onda cuando aparecen los primeros cirios que abren la procesión. Los minutos parecen expandirse y se hacen eternos mientras se organizan en líneas de a tres, todas las “Mantillas”, unas de tocado negro o blanco, cada cual eligiendo aquél que más realce su cara y su figura, o quizás, el que mejor exprese los sentimientos que lleve en el corazón.
Busco entre ellas, caras amigas, familiares, compañeras de estudios, de trabajo y alumnas. Al fin, aparece la imagen, como una luminaria que combate la oscuridad, porque ese es uno de los sentidos de esta fiesta. El paso de los que la llevan, ha de ser rítmico y con él parece dársele vida. Se le humedecen los ojos y se le agranda el espíritu al espectador cuando se ilumina de pequeñas luciérnagas la blanca tez de la imagen. Junto al edificio de Correos, se incorpora la Banda Municipal que marca el paso hasta que llega al puente.
Atajo por la plaza de las Barqueras y salgo a la orilla del muelle, porque quiero verla mirando al mar. ¡Cuántos recuerdos se me agolpan en esta noche. Mis compañeros de instituto, residentes en el Colegio Menor, se incorporaban por estas fechas al nuevo curso y en la procesión, llevaban los farolillos, uniformados con chaqueta azul, pantalón largo gris, corbata granate y guantes blancos. Apenas me vienen a la memoria unos pocos apellidos: Inguanzo, Hevia, Bode, Burgos, Gonzalo, Maya... y quedan en el olvido tantos y tantos más.
De las cámaras digitales brotan ráfagas de luces que se convierten en pequeñas perlas que se cuelgan de la brillantes mirada con que el artista imaginero la creó. Algo parecido a una pequeña descarga eléctrica recorre mi médula estremeciéndome de emoción.
La Guía mira, con rebeldía, a la bocana del puerto y sus destellos se reflejan en el agua mientras su figura queda enmarcada con Tieves al fondo. Rompe la oscuridad de la noche una lluvia de colores que toman forma de palmeras. Un niño subido en los hombros de su padre llora sin consuelo. Así me subió el mío y yo hice lo mismo con los míos por que percibieran desde arriba todo el espectáculo. El padre le fabula que las luces son estrellas y el niño sofoca sus miedos entre suspiros. Unos minutos más tarde comienza a sonar la traca que ya no puede soportar en sus tiernos oídos.
Una sirena de altavoz, imita, o quizás sea la misma, a la que sonaba en el viejo edificio de la Lonja y el niño llora de nuevo. La sirena es la voz para los que emigraron allende el mar y que no pudieron venir, le quisiera yo decir, pero el ruido me lo impide.
Este año, no pude estar, pero me bastó cerrar los ojos y sentirlo, porque lo llevo muy dentro.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Romances y Trovas. Parres: (I)




En la memoria de los mayores, perduran aún restos de romances, trovas o simples rimas que con el tiempo tienden a desaparecer. No tienen, por supuesto, otro valor que el de ser portadores del recuerdo de acontecimientos, fechas y personajes, que ya es suficiente, aunque bien puede decirse que se trata de literatura popular. Lo que viene a continuación son las primeras estrofas de un conjunto de 72 escritas por Eusebio Sobrino Gómez, allá por el año 1934, el día de San Juan.  
Están sacadas de dos copias mecanografiadas, idénticas, que me prestaron Víctor Tamés, de Porrúa y Lalín Gutiérrez de Parres. Para las anotaciones conté con la ayuda de mi padre,  Santiago González Gutiérrez, que aún las recordaba,, con sus 93 años. Aquel día, con catorce años, hubiera deseado ir de excursión, pero trabajaba a jornal como criado en la cuadra de Bernardino Noriega Miyar. Aún perduran en la memoria de más gente del pueblo como pude comprobar, por lo que tuvo que ser muy celebrado, tanto el acontecimiento en sí cuanto el ingenio con que su autor las elaboró.  

EXCURSION AL CUERA” (Parres, 24-06-1934)  

I
Atención pido señores 
para poderles contar
una famosa excursión
el domingo de San Juan.
II
Partieron hacia Porrúa
José Quintana [1] y Seíno[2]
en busca de Juaco El Roxu [3]
por si éste se había dormido.
III
Entran por La Caleyona
tocando el himno de Riego
comprometiendo a las mozas:
¡Vamos; no hay que tener miedo!
IV
Salió Gloria [4]sonriente:
yo a eso miedo nunca tuve,
como somos gente alegre
nos tiene miedo la nube.
V
Delante casa de Amalia [5]
nos toca un paso doble
para despedir al pueblo
que siempre ha sido tan noble.
VI
Al llegar a Los Carriles,
encontramos a Mariano [6]
con una carga de gromos
que venía muy sofocado.
VII
Le dimos a beber vino.
Por usar de la prudencia,
en vez de darnos las gracias
nos hizo la reverencia.
VIII
Junto a La Riega la Cabra
sentimos que dan una voz:
era Eduardo [7]que llegaba
al cargadero del Coz.
IX
Seguimos muy animosos,
sin temer lo que viniera,
con enorme* alegría
de llegar a ver El Cuera.
X
Sin darse ninguno cuenta
de todo lo que pasaba,
fuimos a contar la gente
y faltaban dos chavalas.
XI
Junco ya notó la falta,
llegando a santa Marina,
y vio que las que faltaban
eran Elisuca [8] y Lina. [9]
XII
Seguimos camino arriba
y empezó a cantar Martín [10]y, 
en el Alto la Tornería,
se nos presenta Cardín [11]
XIII
Allí le pegamos todos
una embestida a la bota,
luego después el gaitero
nos hizo bailar la jota.
XIV
Allí nos cogió Jesús [12]
y dijo que “¡ahí va la galga!”,
contestando Ramón López [13]:
¡Ya llegó lo que faltaba!”.
XV
Al llegar a Las Llamarcas
se nos escapa Ricardo
a buscar el garitucu
que había dejado olvidado.
XVI
En la mayada de Enrique,
que está situada en La Prida,
pega Julia [14] un resbalón
e hincó en suelo la rodilla.
XVII
Penetramos en el valle,
cantando como jilgueros
y allí nos tocó Joaquín
un paso doble torero.
XVIII
Entramos todos alegres
a mirar La Vega el Cobu
cuando dio Lleña la voz
de “¡armarse que viene el llobu!”.
XIX
Llegamos al Cobu el Agua
cantando con alegría
y allí refrescan las botas
Pancho [15] y Salvador García [16].
XX
En la fuente Jorticeda
nos sentamos un ratucu
y allí algunas de las chicas
echaron un tocaducu.
XXI
Al asomar sofocados
a La Cruz de Ventaniella,
a algunos de la excursión
se les doblaban las piernas.
XXII
Con un guadaño roñoso,
unos pasos más arriba,
estaba Antonio[17] el del Jogu
segotiando unas jortigas.
XXIII
Después de bailar dos piezas,
bien nos llamó la atención
que, saltando por un palu,
fue Rogelio [18] el campeón.
XXIV
Sebio [19] pisó una boñica 
y, al dar una carcajada,
le llenó a Julia el pescuezu
y la cara de cuayada.
XXV
Entramos en la cabaña
de Remigio [20] el de Caleya
y, a puñados, de un pucheru,
saca la cuayada Lleña.
XXVI
En la boca La Vallella,
iba floja la barriga
y se vuelve Salvador
porque perdió la comida.
XXVII
Tomamos rumbo a comer
al pie de una fuente fresca,
cuando marchaba Jesús
por la boca La Vallella.
XXVIII
Maria Luisa [21], Gloria [22] y Lili [23]
comieron en un coteru
y en una piedra cercana
está sentado el gaiteru.
XXIX
Fernando [24] y Elisa comen
al lado de Luis [25] y Pancho [26];
Pili, [27] Lola [28] y Alfonsina [29]
un poquito más abajo.
XXX
Ya una vez que estamos todos
con la barriga repuesta
se componen las chavalas
al pie de una fuente fresca.
XXXI
Llegamos a La Llapudia
alegres y muy contentos,
pero Ramonín [30] y Carmen [31]
han esperado al gaitero.
XXXII
Fuimos al Jou la Espina
y pasamos a carreras
para llegar enseguida
al Puerto de Manzaneda.
XXXIII
Al llegar a Manzaneda,
allí estaban tres mujeres,
con cuatro o cinco chavales
que corrieron como liebres.
XXXIV
Una mujer a otra dijo:
¡Demoniu, e xente de chompla!”.
Que llamen aquí al gaitero
y que bailen una jota.
XXXV
Cuando llegaron a Brañes,
a aquella frondosa vega,
vimos dos hombres tumbaos
de los que tiran la piedra.
XXXVI
Al llegar a aquella vega
el sol bien resplandecía
y un hombre aguantaba un perro,
porque decía que mordía.
XXXVII
Entramos a una cabaña,
como los quintos al ranchu,
cuando Felisa [32] en voz alta
dice que se suelta el xatru.
XXXVIII
El hombre que nos sacaba,
de un rincón, agua templáu
dijo mirando a la gente:
Ya estoy bien acostumbráu.
XXXIX
Los hombres nos enseñaron
a pasar a Peña Blanca
y, en una pendiente, 
vimos una becerra tudanca.
XL
Empezamos a vocearla
y la vaca se plantaba.
No es que fuera un toro “Mihura”,
pero respeto, sí daba.
XLI
Desde abajo, dice Lleña:
ya está la gente asustáu;
torearla desde ahí
con el trapu colloráu.
XLII
Cabao de pasar alegres
a toda la Peña Blanca,
se nos cae Martín al suelo,
pero luego se levanta.
XLIII
Al llegar a Reburdieyu,
sentimos cantar a un grillu
y, por bajar a carreras,
lastimó Lina un tobillu.
XLIV
Opinamos echar vino**
en aquel pie desnegrido,
pero sin darse uno cuenta,
Ramón se lo había bebido.
XLV
Ni en la bota de Rogelio,
ni en la de Pancho lo había
y las otras que quedaban,
todas estaban vacías.
XLVI
Ya estábamos casi abajo,
pero al dar un paso corto,
pisa Herminia [33] un jelechu
y entra de pies en un torcu.
XLVII
Cayó Ramón [34] en La Verde
por bajar bastante aprisa
y encontrando tope al frente,
derribó al suelo a Felisa.
XLVIII
Cuando tocaba el gaitero,
sentadito en una piedra,
bailaban Cardín y Elisa [35]
en medio la carretera.
XLIX
Después de pasar La Verde
empezamos a cantar
y en el sitio de las cuevas
paramos a merendar.
L
Al pueblo de Villa entramos
adornados con anabios
y al llegar donde la fiesta
todos se quedan mirándonos.
LI
Bailamos una piecina
que fue “Los campanilleros
y con las mismas nos fuimos
a echar vino a los pellejos.
LII
Antes de llenar las botas,
para consolar los males,
nos echó el alto un paisano
de Arbitrios Municipales.
LIII
Estando muy divertidos
en campo donde bailamos,
vimos a José Manuel
que marchaba con los palos.
LIV
Viendo que allí no había plan
ya de ninguna manera
opinamos, en conjunto,
salir a la carretera.
LV
Allí cantamos, bailamos
e hicimos en plan de chunga
juntarse a todo aquel pueblo
a presenciar nuestra rumba.
LVI
En la casa de un señor,
por el cual hacíamos juerga,
nos convida a todos juntos
a comer cerezas negras.
LVII
Subimos a la cerezal,
lo menos docena y media,
mientras, quedaban los otros
cantando en plan de juerga.
LVIII
Por un corredor subieron
Fernando y Eusebio en Villa
y les llaman sinvergüenzas
convidándoles a sidra.
LIX
Debajo de un corredor,
fue caso de gran rareza,
que tiran Gloria y Felisa
con los rabos de cerezas.
LX
Ya llegamos hasta Villa
sin pasarnos nada malo,
y a la salida del pueblo,
perdió María Luisa el palo.
LXI
Antes de entrar en Mazucu,
cantamos unos cantares
y delante la capilla
pasamos a echar un baile.
LXII
Cuando bailamos allí,
ya no se veía ni gota
y nos pide una mujer
un sorbiatu de la bota.
LXIII
Llegó corriendo Felisa
y, a la pobre mujerina,
más de la mitad del vino
se lo tiró por encima.
LXIV
Cuando al salir del Mazucu
cuatro se quedan zaqueros,
fueron Fernando y Rogelio,
Lleña y Joaquín el gaitero.
LXV
Nos sentamos un momento,
cantando en son de broma,
y fuimos a echar un baile
todos a La Revueltona.
LXVI
Bajamos en plan de juerga
por toda La Tornería
y, pasando por La Polla,
se cae Lleña de costillas.
LXVII
Pasando a Santa Marina,
nos tocó Juaco un danzón
y una mujer nos miraba
asomada al balcón.
LXVIII
Tomamos rumbo hacia Parres
y, al llegar a La Casona,
nos estaban esperando
gran número de personas.
LXIX
Tocó el gaitero una jota
bailándola en plan de juerga
todos en buena armonía,
en medio de La Casona.
LX
Siguió tocando unos bailes,
por cierto muy animados,
para demostrar al pueblo
que no estábamos cansados.
LXI
Nos despedimos contentos
y alegres hasta mañana;
todos con gran apetito,
a cenar y pa la cama.
LXII
Ánimo, gente juerguista,
y serio nadie se ponga
que, en la próxima,
¡Iremos a Covadonga!  

Protagonistas por orden de aparición:
1. José, hijo de Roque y de la tía Segunda de Sabugosa..
2. Seíno, José Manuel Fernández Arenas, hijo del tío Máximo y de la tía Marina y hermano de Martín y de Concha, de La Veguca.  
3. Xuaco, el gaiteru, era carpintero de Porrúa y construyó el molino eléctrico en el que atendía las moliendas. 
4. Gloria Noriega Romano, hija de Ramón y de Joaquina, de La Caleyona.  
5. Amalia la del Fresnu, de Brañes
6. Mariano Junco, padre de veintidós hijos: Ramón, Conchita, Gabriel, etc., hijo de la tía Dominica y por tanto, tío de Chus, Santos, Tonio, Modestina y Chicho, de Tamés
7. Eduardo, Lleña, Cerezo González hijo de Damián y Dolores de Tresierra.  
*. Por la falta de dos sílabas para cumplir el estricto metro que usa el autor a lo largo del romance, pudiera hacerse la sustitución de 'gran' (en el original) por 'enorme', en caso de ser recitado. Sólo es una sugerencia.  
8. Elisa Fernández Gutiérrez, hija de Juan y Vitorina, de El Colláu.  
9. Lina Junco Junco, hija de Venancio y Benigna, de La Concha.  
10. Martín Fernández Arenas, hijo de Máximo y Marina y hermano de Seíno, de La Veguca.  
11. Cardín, Ricardín Gómez Gutiérrez, hijo de Ricardo y de María, de Pedrujerrín.  
12. Jesús González Gutiérrez, hijo de Santos y María, de La Casona.  
13. Ramón, hijo de Pío López y María Gutiérrez, de Tresierra.  
14. Julia Cerezo González, hija de Damián y Dolores, de Tresierra.  
15. Pancho Sánchez de la Vega, hijo de David y de Teresa, de Tamés.  
16. Salvador García Noriega, hijo de Antonio y Francisca.  
17. Antonio Sobrino Arenas, hijo de Marica Vallellu y Perico, de El Jogu.  
18. Rogelio Junco Junco hijo de Venancio y de Benigna, de La Concha.  
19. Sebio, Eusebio Sobrino Gómez, hijo de Quico y de la tía Malena, de Brañes. Es el autor de estos versos.
20. Remigio Sordo Caleya, de Porrúa y cuñado de Alfonsina.
21. Mª Luisa, Amieva Sánchez, hija de Manuel Vivo” y María de Brañes
22. Gloria, Noriega Romano, hija de Ramón y Joaquina de La Caleyona. 
23. Lili Martín Somohano, hija de Fernando y Marica del Campu'l Roble
24. Fernando, y Elisa, hijos de Juan y Vitorina, de El Colláu. 
25/26. Luis y Pancho, Sánchez de la Vega, hijos de Teresa y David de Tamés. 27. Pili, Quintana, era el tamboriteru de Xuacu.
28 Lola, Cabrera Mendoza de Coxiguero. 
29. Alfonsina, de Porrúa, casada con Manuel Sordo Caleya, estaba al servicio de la casa de D. Ramón Sánchez, en Cospechu
30.  Ramonín, Mon, el de Manuel y Melia de Tresierra. 
31. Carmen, la de Rita, Gómez Pando.
32. Felisa González González, hija de José y de Anita la del Maestru, de D. Diego.
** En el original dice: 'Opinamos el echarle vino', forma muy empleada, pero por conservar la métrica del verso, omito el artículo.
33. Herminia Sánchez de la Vega, de David y Teresa en Tamés. 
34. Ramón López Gutiérrez, hijo de María la Grilla. Había nacido en Cuba y cuando la guerra, marchó de nuevo. 
35. Elisa Junco Blanco, hija de María y Manuel de Pedrujerrín.

En Parres, 12 ochobre, 2012