Un domingo que había ido con mis
amigos a la fiesta de Cue, lo encontramos en la plaza del pueblo.
Comenzaban a ocupar el quiosco los músicos. Hablando de cualquier
cosa, me imagino que algo relacionado con estudios o trabajo, me
contó que en los ratos libres que le quedaba de su tarea en el campo
se dedicaba a pintar. Yo, de momento, pensé que se trataría de la
pintura de brocha gorda, como suele decirse con carácter despectivo,
pero no era esa mi intención, pues pintar con brocha es también un
arte. Además, muchos pintores, cuando alcanzan dominio con el pincel
y cierto prestigio, vuelven a las raíces del arte rupestre y, en
lugar de pinceles, usan brochas y cambian los lienzos de tela por
paredes o rocas.
Le seguimos hasta una vieja casa, muy
cerca de donde nos encontrábamos. Subimos las viejas escaleras hasta
el piso de madera que era todo él una diáfana sala, bien iluminada
por los ventanales y una galería. De las paredes colgaban ya los
primeros paisajes y figuras devotas, copias de cuadros hechos por los
más destacados artistas clásicos que él conseguía de las
ilustraciones de viejos almanaques. Qué otra fuente de inspiración
mejor podría tener mi amigo en aquellos años, aparte de los libros
de la Biblioteca Municipal y la rudimentaria televisión en blanco y
negro que se veía ocasionalmente en el bar del pueblo o el Nodo
del Cinemar. Fue para mí la primera exposición que visité y
quizás el origen de mi gusto posterior por visitarlas.
Aquella primera etapa de copia de
estudio fue continuada con la copia del natural, para la que no
habrían de faltar numerosas calas de la costa corita, así como
hermosos rincones del pueblo, sólidas y antiguas casas de bien
labradas piedras y de nobles maderas que aún perduran en los
balcones, galerías, portones y aleros. Y otra etapa más donde
ensayó la figura en movimiento, la expresión y psicología del
retrato tanto de su familia como de vecinos y amigos.
Se echaba en falta un pintor nativo
que plasmase en lienzo las hermosas y primeras vistas que debieron
impresionar su tierna retina de niño. Le cupo en fortuna al pueblo
tener entre sus hijos a Vicente Sobero y a éste, idéntica de haber
nacido en él.
Quizás haya habido alguna otra
influencia en la primera etapa de Vicente que le inclinase por la
pintura. Corría el año 1964 cuando cumplidos los catorce años,
termina su escolarización primaria. Al director del Colegio La
Arquera, el Hno. Pedro González, profesor en el Aula Comercial, le
debió llegar noticia de las inclinaciones pictóricas de Vicente y
le manda invitación para que asista a su clase.
De todos es bien conocida la
importancia que se le daba a la Caligrafía en dicho colegio y de la
fama que con esta disciplina disfrutaba, como con otras áreas del
conocimiento que allí se impartían como Francés, Mecanografía y
Contabilidad. A los alumnos más destacados en Caligrafía y
Rotulación se les encargaba la realización de las orlas y grecas
que adornaban diplomas y títulos académicos y eran realizados con
plumilla y tiralíneas en tinta china negra y de colores. En esa
labor artística anduvo Vicente un tiempo, el poco que le permitía
su tarea campesina familiar de la que no podía ni trató nunca de
evadirse.
Visité hace unos días su exposición
con la idea de encontrarme con él, pero no estaba en aquel momento
en la sala. Volví otro día, pregunté por él y me dijeron que ya
se acercaba la hora habitual en la que solía venir, momentos antes
del cierre.
A pesar de conocerla, recorrí de
nuevo toda la exposición que es una pequeña muestra antológica de
su inmensa obra y, aunque la mayor parte de los cuadros está sacada
de las colecciones particulares, encontré también creaciones
recientes que aún exhalan el aroma a pino y a linaza.
Llegó al fin. Hacía tiempo que no
coincidíamos, apenas en algunas ocasiones nos habíamos encontrado
por la calle, con prisas los dos, seguramente con esas prisas de no
saber uno a dónde va ni por qué corre. Había salido en varios
medios de comunicación, tanto de prensa como de radio, la referencia
a esta exposición en la Casa de Cultura.
Con toda seguridad, y a pesar de que
ha expuesto en otros muchos lugares, éste sea para Sobero el más
importante. No se me ocurrió preguntarle por ello, pretendiendo
adivinarlo por puro ejercicio introspectivo.
Es un buen comunicador y con él no es
preciso llevar un cuestionario previo. Está pendiente del visitante,
conocido o no, para indagar lo que más le atrae y explicarle cuanto
esté dispuesto a saber de la obra en cuestión. Ver el conjunto de
la exposición es como pasar las hojas de un manual de historia de
Cue y de Llanes. En ella cuenta no sólo parte de su historia
personal y artística, sino retazos de la historia de todos. Qué
lujo, tener un artista tan a mano.
Yo quise añadir a su historia parte
de la mía, en varios puntos entrecruzadas. Aparte del narrado al
principio que él aún recuerda, otro segundo de mi etapa como
estudiante de Magisterio en Oviedo.
A mí me atrajo siempre la pintura y
aunque tenía cierta facilidad para ella, reconozco que no hice los
esfuerzos necesarios para conocer a fondo sus técnicas de forma
seria. Los pocos fines de semana que me quedaba en Oviedo,
aprovechaba para visitar cuantas exposiciones se hacían en las salas
Nogal, Juan Gris, Van Gogh y Caja de Ahorros, aparte de alguna otra
más que eventualmente se abría al público. Los domingos, me
acercaba hasta la Plaza "El Fontán" donde había visto en varias
ocasiones algunos artistas tomando apuntes de las balconadas, puestos
con sus toldos y tiendas bajo los arcos.
Aquella soleada mañana, estaba a
rebosar de gentes que acudían a mercar o a mirar en los puestos de
libros de viejo y otros de moneda y sellos que a mí me atraían en
especial. Desde una de las entradas, por entre las gentes que
hormigueaban, percibí el caballete y cuando me acerqué más, me
encontré con la figura del pintor, tal como la había siempre
imaginado de los pintores de Montmartre y Pigalle, que comenzaba a
dar las primeras pinceladas sobre el terso y blanco lienzo. Me quedé
un tanto apartado para no molestar al maestro, pues recordaba una
frase que había leído relacionada con la pintura al aire libre y
que tanto preocupaban al pintor como es la lluvia, el viento, los
niños y los curiosos.
Fue
al volverse en la silla para añadir color a la paleta, cuando le
reconocí a pesar del atuendo y la perilla que se había dejado.
Hace
ya veinte años, acudí a las clases que daba en su estudio de
pintor. De entonces aún conservo una acuarela que pintó como
muestra y varios dibujos míos a lápiz que me obligó a hacer antes
de iniciar las técnicas del color. Hay que aprender antes a dibujar
las cosas en su sitio, las perspectivas, la profundidad, los planos
junto con la composición, me dijo.
Sus
cuadros rezuman la esencia del pasado, narrado con todo lujo de
detalles. Los personajes representados, algunos tristemente
desaparecidos, parecen hablarnos desde allá. Las maderas coroyadas,
las ventanas aguantadas por viejas bisagras que en la realidad
seguramente fueron sustituidas ya por otras más modernas, son
testigos mudos del pasado, narrado por el artista con una paleta
ajustada al color real, a veces, de croma triste que logra crear en
la sala una bruma de fuerte nostalgia. En algunos de ellos, se recrea
provocando al espectador con los recursos más complicados de su
realismo mágico incitándole a tomar el lápiz que parece colgar de
un hilo o despegar el papel cebolla y la cinta adhesiva con que cubre
algunos elementos del cuadro.
Mi
admiración hacia él como artista no es mayor que la que siento
hacia su persona por saber de sus orígenes y el arduo camino que
tuvo que recorrer para llegar a serlo.
Más
datos:
"Entre
los doce y los catorce años, periodo en que va a la escuela comienza
a pintar de forma autodidacta dejándose aconsejar de los pintores
que va conociendo, como Alfonso Iglesias, Manuel Monteserín y otros.
En esta etapa adolescente estudia por correspondencia dibujo y
pintura y con quince años expone por primera vez en la sala del
Casino de Llanes, momento desde el que comienza a recibir los
primeros encargos. Marcha a Oviedo para trabajar como dibujante en la
empresa MAPRA dedicada a la sergrafía y a la publicidad.
En
1971, un afamado restaurante madrileño le encarga la decoración con
pinturas suyas.En la capital, compatibiliza el trabajo con los
estudios en la Escuela de Artes y Oficios y posteriormente en la E.
Superior de Pintura, Escultura y Grabado, en la que supera el Grado
Preparatorio que le permite acceder al ingreso en la Academia de
Bellas Artes de San Fernando donde tuvo como maestros entre otros a
Mariano Moré Cors y Pedro Mozos.
El
Ministerio de Defensa le contrata para realizar trabajos de
vexilología en el Servicio Histórico Militar, donde pintó
originales para restaurar obras del Museo del Ejército.
En
1978 se incorpora a la Galería Heller de Madrid dentro del colectivo
"Inventores de la Realidad", junto a personajes del mundo
de la pintura tan famosos como Antonio López, Cristóbal Toral,
Eduardo Naranjo, Carmen Laffón y Amalia Avia con quienes expone
periódicamente en obras colectivas de dicha galería.
En
1980 regresa a Cue desde donde viaja continuamente para exponer sus
obras en lugares tanto de España como de Francia e incluso Japón.
En
1981 Caja Duero adquiere algunas de sus obras para su pinacoteca.
En
1993, algunos de sus trabajos resultaron seleccionados para la
exposición conocida como "Las Edades del Hombre".
Desde
hace cinco años expuso su obra en el taller-estudio del Centro
Regional de Artesanía y Artes Plásticas en el pueblo de Poo."
Exposiciones:
1965/69.- En
el Salón principal del Ayuntamiento de Llanes.
1979.- Americam
Women's Club de Madrid y Sala de exposiciones de la AISS de Llanes.
1980.- Galería
Artex de Badajoz y Galería Heller, colectiva de Madrid.
1981.- Sala
de Caja de Ahorros de Salamanca (hoy es Caja Diero) en Zamora.
1985.- Sala
Tioda de Gijón.
1986.- Galería
Nogal de Oviedo.
1987.- Galería
Barón de San Carlos en Llanes.
1991.- Medalla
"La Gastronomía en la Pintura" de Otur. Sala Iwate en
Japón.
1992.- Galería
Honcho, "España y Japón, dos realidades del 92'". En
Yokohama, exposición patrocinada por la Embajada de España en
Tokio.
1993.- Magna
exposición "Las Edades del Hombre" en Salamanca.
2003.- Galería
de Arte Acinas, Exposición Colectiva sobre la Mar, de Avilés.
2004.- Galería
Arte Acinas de Avilés.
2005.- Invitado
como organizador de la 1ª Feria Internacional de Arte, en Roquetas
de Mar de Almería. Galería de Arte Ansorena de Madrid.
2012.- Ateneo
de Cáceres.
Tiene
obras en diversas colecciones particulares y pinacotecas por todo el
mundo y durante años sus obras permanecieron expuestas en diversas
galerías de Asturias, Madrid y otras provincias españolas.
Su
trabajo bibliográfico:
Heráldica
e Historiales del Ejército, Ministerio de Defensa, Madrid.
Inventores
de la Realidad, Galería Heller, Madrid.
Las
Edades del Hombre, Junta de Comunidades de Castilla y León.
Libro-Catálogo
Colección Caja Duero, Salamanca.
(Apuntes
tomados del catálogo hecho por el Ayuntamiento de Llanes para su
Exposición antológica en la Casa de Cultura, del 15 de diciembre de 2012
al 29 de enero de 2013.)
El cuadro del fondo es una de las copias a las que me referí, realizada por Vicente con tan sólo dieciséis años.
Nota:
Ramón, querido amigo: Me he quedado muy, muy sorprendido cuando, buscando por internet unas cosas sobre mi trabajo, me encontré con estos "Renglones perdidos"; (yo añadiría como el titulo de uno de los libros de Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Ossorio ...torcidos de Dios", pero es igual; el asunto es que me lo he leído todo, porque además de estar muy bien narradoo, me pones bien (menos mal!..jeje). Me emocionó. Un fuerte abrazo. Vicente.
Nota:
Ramón, querido amigo: Me he quedado muy, muy sorprendido cuando, buscando por internet unas cosas sobre mi trabajo, me encontré con estos "Renglones perdidos"; (yo añadiría como el titulo de uno de los libros de Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Ossorio ...torcidos de Dios", pero es igual; el asunto es que me lo he leído todo, porque además de estar muy bien narradoo, me pones bien (menos mal!..jeje). Me emocionó. Un fuerte abrazo. Vicente.