LAS
TÉMPORAS
Siempre quise conocer los fundamentos para aplicar este conocimiento tan antiguo en la predicción del tiempo climático, como lo vi hacer a los viejos del lugar. En los pueblos, principalmente, existía algún entendido en ello que comentando con los demás en tertulias de bar o cuadra daba los resultados de su desconocida sapiencia. Quizás conservando la tradición oral de padres a hijos, de abuelos a nietos, se fue conservando a través del tiempo. Después todos los tertulianos transmitían sin más lo escuchado al meteorólogo y lo repetían sin saber por qué se elegían unos días y no otros. A veces la predicción no pasaba de centrarse únicamente en los vientos dominantes, y cosa curiosa, siempre, año tras años, a la misma persona, le escuché decir: "Quedaron las témporas de sur", es decir de calor y poca lluvia, con vientos fuertes. Y cuantas veces intenté aprender, otras tantas evadió la respuesta, por no saberla más que por evitar que alguien en el lugar viniese a quitarle su autoridad.
En total existen cuatro
periodos en el año para pronosticar el tiempo climático que vamos a
tener y que se corresponden con las cuatro estaciones, pero no
coinciden con las fechas de cambio estacional.
1ª PARTE:
CÓMO ESTUDIARLAS:
Existen unas reglas
básicas para saber, entonces, qué tres días son de cada una de
esas cuatro témporas. Siempre son en miércoles, viernes y sábado
de la semana en cuestión.
TÉMPORAS
PRIMAVERALES:
Las 1ª
Témporas son las primaverales y se miden en miércoles,
jueves y viernes de la 2ª semana de la Cuaresma.
El tiempo climático de estos tres días observados servirá para
pronosticar el que tendremos:
Miércoles:
del 21 de marzo al 20 de abril;
Viernes:
del 21 de abril al 20 de mayo;
Sábado:
del 21 de mayo al 20 de junio.
TÉMPORAS
ESTIVALES:
Las 2ª
Témporas, las del verano se
miden en miércoles, viernes y sábado de la 1ª
semana después de Pentecostés.
El
tiempo climático de estos tres días observados servirá para
pronosticar el que tendremos: Miércoles:
del 21 de junio al 20 de julio;
Viernes:
del
21 de julio al 20 de agosto;
Sábado:
del 21 de agosto al 22 de septiembre.
El
rebujo de San Francisco, día 5 de octubre:
No sé cuál es el motivo,
pero seguro que en nada tiene que ver el santo, ese día, según dice
la gente, los pocos mayores que va quedando, se da siempre un aumento
de la temperatura que nos recuerda a la primavera.
Lo curioso del caso es que
escuché esa observación a dos personas relativamente jóvenes que
lo recordaban de oírlo comentar a sus abuelos. Hubo otra persona que
lo relacionó con el conocido también como "Veranín de San
Martín", supuestamente equivocado ya que esta festividad se
celebra el día 11 de noviembre, en la siguiente témpora.
TÉMPORAS
OTOÑALES O DE SAN MATEO:
Las 3ª
Témporas, se referencian con el día
de La Santa Cruz, el 14 de septiembre. Se
observa el primer miércoles después de esta fecha,
pero en el caso de este día cayese en miércoles, se comienza en el
de la semana siguiente.
El
tiempo climático de estos tres días observados servirá para
pronosticar el que tendremos: Miércoles:
del 23 de septiembre al 20 de octubre;
Viernes:
del
21 de octubre al 20 de noviembre;
Sábado:
del 21 de noviembre al 20 de diciembre.
EL VERANÍN DE SAN MARTÍN:
En
torno a esta fecha, bien sea antes o después, cuando el tiempo
mejora y se parece al que pueda haber en verano, la gente suele decir
que se debe a que estamos en "El veranín de San Martín".
TÉMPORAS
INVERNALES O DE ADVIENTO:
Para las 4ª
Témporas, las del Adviento, se
toman en miércoles, viernes y sábado siguientes a Santa Lucía,
el 13 de diciembre. Lo mismo que con la anterior, si Santa Lucía
coincide en miércoles, se hace el cambio para la semana siguiente.
APLICACIÓN:
Hoy es Santa
Lucía, viernes día 13 de diciembre de 2014, por tanto, hay que
esperar a la siguiente semana para comenzar a estudiarlas.
El tiempo climático de estos tres días observados servirá para
pronosticar el que tendremos:
Miércoles,
18: del 21 de diciembre al 20 de enero;
Viernes,
20: del 21 de enero al 20 de febrero;
Sábado,
21: del 21 de febrero al 20 de marzo..
En los días
señalados para cada Témpora, debemos anotar el estado de la
atmósfera, su temperatura en términos sencillos, dominancia de
los vientos, otros fenómenos meteorológicos observados, como
lluvia, niebla, helada, nieve, nubes o tormenta eléctrica.
2ª PARTE
ACLARACIONES Y DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA
(Texto
copiado de una crónica en El Oriente de Asturias, en Llanes a 23 de
septiembre de 2011 y cuyo autor es
José
Antonio Cosío)
<<Hoy, viernes 23 de
septiembre de 2011 —a las 9:04 hora solar y 11:04 hora oficial—,
el Sol se sitúa en el ecuador celeste, en la constelación de Virgo,
y el día y la noche durarán exactamente lo mismo en todo el mundo,
excepto en los polos. El equinoccio de otoño, que precisamente hoy
se produce en el hemisferio norte, no es una fecha, dura un instante,
un instante en que los dos polos de la Tierra se encuentran a la
misma distancia del Sol. Siendo así las cosas, tal vez sea una buena
oportunidad para fijar con toda exactitud, cada cual en su localidad,
los puntos Este y Oeste, ocasión que no se repetirá hasta el
equinoccio de primavera. Estos trabalenguas de espacio, de esferas,
de luz y de sombra, de movimiento, de repeticiones, sin embargo, no
nos son tan lejanos: son el milimétrico día a día. Siguiendo a la
historiadora Carmen Gozalo de Andrés, témpora es la
castellanización del plural de la palabra latina “tempus”, que
significa tiempo, estación.
“Hasta hace pocos años,
las Cuatro Témporas figuraban en el calendario litúrgico de la
Iglesia católica”, y durante cada uno de esos tiempos se
practicaban tres días de ayuno, de plegaria y de penitencia
—miércoles, viernes y sábado— inmediatamente antes del comienzo
de cada estación del año. Cabe decir que la obligatoriedad del
ayuno fue instaurada por el Papa Calixto I, en los primeros años del
siglo III, aunque el precepto no se cumplió en Occidente hasta el
siglo XII, mientras que los cristianos de Oriente nunca aceptaron
dicho precepto. Por lo que respecta a lo que nos es más próximo, a
las témporas del labriego de la vieja España rural, supone la
persistencia de un método de predicción del tiempo meteorológico.
Una cosa es que dicho método no sea científico y otra que no sea
método. Método significa literalmente “camino o vía para llegar
más lejos”. Así, método es un modo ordenado y sistemático de
proceder para llegar a un resultado o fin determinado: por ejemplo,
una predicción. Que la predicción tenga éxito, que se verifique,
es algo que la ciencia meteorológica todavía sigue intentando…
En la práctica, el
pronóstico del tiempo por el método de las témporas —guardado y
transmitido de padres a hijos con abundantes variaciones, como todo
conocimiento antiguo, como toda la poesía oral—- consiste en
intentar predecir el tiempo que hará en cada una de las estaciones
siguientes basándose en el tiempo observado en cada uno de los días
estipulados —miércoles, viernes y sábado— antes del cambio de
cada estación.
Para realizar la
predicción, las témporas se calculan —citando la “Cronografía”,
de 1588, del astrólogo y cosmógrafo Jerónimo de Chaves— del
siguiente modo: “Las primeras Cuatro Témporas son, Miércoles,
Viernes y Sábado de la segunda semana de Cuaresma. Las segundas son
Miércoles, Viernes y Sábado de la semana primera, después del día
de Pentecostés. Las terceras son Miércoles, Viernes y Sábado
siguientes a la Santa Cruz, que cae a catorce de Septiembre. Las
últimas son el Miércoles, Viernes y Sábado siguientes a Santa
Lucía, que es a trece de Diciembre. Y débese notar, que cuando
estas dos fiestas, Santa Cruz y Santa Lucía, cayeren en Miércoles,
las Témporas no se tienen de celebrar aquella semana, y pásanse a
la siguiente”. Así que, como el 14 de septiembre de 2011, día de
la Santa Cruz, cayó en miércoles, la témpora de otoño se traslada
a la semana siguiente. Por tanto, el tiempo observado el pasado
miércoles, hoy viernes y mañana sábado —con especial atención a
la dirección del viento y al comportamiento de las nubes— va a
definir la tendencia predominante de los meses de octubre —por el
miércoles—, de noviembre —por el viernes- y de diciembre -por el
sábado— .
De la combinación del
calendario litúrgico de la Iglesia con la observación del tiempo en
una localidad o región surgió, pues, la costumbre — que poco a
poco se va desdibujando— de pronosticar el tiempo a medio plazo. De
calificar la práctica de este curioso método inductivo —que hunde
sus raíces, más allá de Calixto I, en la tradición hebrea, griega
y romana— ya se encargó la propia Iglesia hace siglos al
declararla supersticiosa creencia popular.
Tras el Concilio Vaticano
II, la Iglesia ha dejado a criterio de la Conferencia Episcopal de
cada país que establezca la conveniencia o no de celebrar las tres
jornadas de ayuno, oración y penitencia correspondientes a cada
Témpora. Son muchos los testimonios de la utilización de las
témporas, como método predictivo, en la literatura. Carmen Gozalo
de Andrés señala como “uno de los documentos más explícitos
sobre el controvertido pronóstico” el del filósofo Benito Feijoo,
quien, en su “Teatro Crítico Universal”, dedica un capítulo
entero a combatir la creencia popular en las témporas: “La
observación de las mudanzas de temporal, arreglada a los cuatro
ternarios de días de ayuno establecidos por la Iglesia, que
vulgarmente llaman Cuatro Témporas, no tiene fundamento alguno ni en
la razón ni en la experiencia; antes, la razón y la experiencia
militan contra ella”.
Tal vez sobresaturado —o
insuficientemente asistido o deficientemente auxiliado— por los
excesos racionalistas de los siglos XIX y XX, el hombre del siglo XXI
opone tan débil resistencia al encanto de las modas “retro”. El
tiempo pasa, las cosas se transforman, pasan, se transforman,
vuelven…, y vuelve el Calendario Zaragozano a ser un “best
seller”. “O tempora, o mores!”. ¡Oh tiempos!, ¡oh costumbres!
La formidable cantidad de dinero empleada por la humanidad en
intentar pronosticar el tiempo, la importancia económica,
industrial, turística, agropecuaria, la mera supervivencia del
rebosante planeta azul, parece justificar hoy, como ayer, todo
intento cuando la necesidad es, verdaderamente, cuestión de vida o
muerte. La obsesión de nuestro tiempo –la seguridad- algo tiene
que ver con la vieja servidumbre de intentar predecir, adivinar, los
acontecimientos. Borrar toda incertidumbre, garantizar lo futuro,
triunfar sobre la quimera, parece llevar al hombre contemporáneo
levemente inclinado. Hacia la nostalgia. Y así, “Uno se cree que
las mató el tiempo y la ausencia. Pero su tren vendió boleto de ida
y vuelta. Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de
rosas en un rincón, en un papel o en un cajón”.
José Antonio Cosío >>
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